Aromas de pin-up
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Bety es pin-up, lo ha sido siempre, desde pequeñita le gustaba el rollo cuando lo veía en las muñecas americanas que su padre le traía tras sus viajes cruzando los océanos. Lo sigue siendo, a sus veinticinco años, pero algo no le cuadra. Bety es pin-up, lo ha sido siempre, desde pequeñita le gustaba el rollo cuando lo veía en las muñecas americanas que su padre le traía tras sus viajes cruzando los océanos. Lo sigue siendo, a sus veinticinco años, pero algo no le cuadra. Bety es pin-up, lo ha sido siempre, desde pequeñita le gustaba el rollo cuando lo veía en las muñecas americanas que su padre le traía tras sus viajes cruzando los océanos. Lo sigue siendo, a sus veinticinco años, pero algo no le cuadra. Bety es pin-up, lo ha sido siempre, desde pequeñita le gustaba el rollo cuando lo veía en las muñecas americanas que su padre le traía tras sus viajes cruzando los océanos. Lo sigue siendo, a sus veinticinco años, pero algo no le cuadra. Bety es pin-up, lo ha sido siempre, desde pequeñita le gustaba el rollo cuando lo veía en las muñecas americanas que su padre le traía tras sus viajes cruzando los océanos. Lo sigue siendo, a sus veinticinco años, pero algo no le cuadra. Bety es pin-up, lo ha sido siempre, desde pequeñita le gustaba el rollo cuando lo veía en las muñecas americanas que su padre le traía tras sus viajes cruzando los océanos. Lo sigue siendo, a sus veinticinco años, pero algo no le cuadra. Bety es pin-up, lo ha sido siempre, desde pequeñita le gustaba el rollo cuando lo veía en las muñecas americanas que su padre le traía tras sus viajes cruzando los océanos. Lo sigue siendo, a sus veinticinco años, pero algo no le cuadra.
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